Lo ocurrido con el caso Palermo Calcio es quizás la apoteosis de un desamor que sufre nuestra tierra cada vez que cuenta con un "papa" externo para salvarse.
Se aplica a todo y también al fútbol.
Esto enseña la parábola de Zamparini, que ha tomado mucho, también ha dado algo, pero que no deja más que tanta amargura y desilusión.
Esto enseña el epílogo del asunto Arkus, que una vez más parecería ser un farol especulativosin embargo tan mal concebido como para haber tenido una vida muy corta.
Palermo es la quinta ciudad más grande de Italia, nos gusta repetirlo para sentirnos importantes, pero en realidad es de las últimas por todo, por servicios, por limpieza, por calidad de vida. Y no quiero empresarios exitosos, ni siquiera sobre una base empresarial.
Solo una ciudad sin una clase empresarial podría haber dejado el destino de Palermo Calcioen los últimos años a merced del aventurero de turno, que con toda la simpatía que puede tener pues nosotros y nuestra tierra miramos, incluso diría legítimamente, sólo a sus negocios. Dario Mirri se ha mudado, necesitamos que se dé cuenta. Los demás necesitan ser activados, entre otros me vienen a la mente Dragotto y Murania, cuyas empresas representan modelos a seguir en nuestra ciudad y más allá.
El Barcelona, uno de los equipos de fútbol más fuertes y fascinantes del mundo, con sus más de 200 mil miembros, es también sobre todo un símbolo positivo de su tierra y para su Tierra. Ha asumido el honor político de ser el estandarte de la identidad de Cataluña, y sin duda se ha convertido en un importante abanderado en el mundo.
Creo que hoy hay una gran oportunidad que ofrece este desastre. Un gran árbol nace de una pequeña semilla, colocada en el caldo de cultivo adecuado, cuidada con amor y paciencia, podrá echar raíces por sí misma y profunda.
La oportunidad es empezar de cero y con tranquilidad. Con un proyecto que mira a la ciudad incluso antes que al fútbol. Porque en nuestro tiempo, el fútbol sigue siendo una fuerte representación identitaria de una ciudad.
Me imagino un camino que reúne las fuerzas positivas y motrices de la ciudad. Los empresarios son necesarios no solo por los recursos sino también por las habilidades de gestión, pero también se necesitan ciudadanos y la llamada sociedad civil. Que puedan participar activamente en la vida del equipo de fútbol, que puede ser, estoy convencido, un hermoso y transparente lugar de encuentro entre clases sociales y afiliaciones políticas.
Empezar juntos de nuevo desde D o desde donde sea necesario, en un proyecto sin prisas que eche raíces, y que pueda devolver a todos la alegría de participar. Recordemos que en este momento comprar Palermo en D es un gran negocio, porque el club con su patrimonio de hinchas tiene un valor muy alto en las ligas mayores. Si podemos contenerlas ansias especulativas de cualquiera que se acerque a Palermo, podemos intentar dar vida a algo fuertemente compartido y apasionante, que involucre a la ciudad y que se construya sobre la antigua pasión que entregó de padre a hijo.
Y creo que mi hijo estará feliz de ver a su equipo renacer de una división menor si experimenta el entusiasmo y la alegría del proyecto a su alrededor. También será una forma de enseñar a los niños el gran reto del deporte: levantarse cuando se está en el suelo y empezar de nuevo.
Creo que podríamos imaginar reglas para proteger a nuestro equipo, como el reparto del capital por parte de los aficionados, y una cuota máxima para cada miembro, como ocurre en España y Alemania, para evitar que un patrimonio colectivo pueda convertirse en un instrumento que pertenece a uno solo. Pero sobre todo nos activará el hacer equipo como ciudad, más allá del individualismo que nos distingue y que es nuestra verdadera condena.
Creo que el alcalde, que gestiona la concesión del estadio, puede jugar un papel importante en el impulso de un proyecto deportivo, y también creo que toda la política debe moverse (obviamente que con P mayúscula) y la sociedad civil
El fútbol de Palermo no es solo un negocio, es sobre todo un hilo rojo que une generaciones en el tiempo y clases sociales en el presente.
Por una vez, se necesita un proyecto que concierna a la ciudad y que mire más allá del próximo campeonato, o las ambiciones legítimas de una ciudad que se siente como la Serie A y que honestamente no lo es.
Permítanme escribir esto con un toque de presunción y optimismo. Más que decir que no somos una ciudad de Serie A, prefiero escribir que no lo hemos sido y aún no lo somos. Es necesario entendersi hay suficiente determinación y coraje en todos nosotros aquí y hoy para cerrar esta brecha entre lo que somos y nuestras ambiciones.