Descripción de la atracción
San Miniato es una pequeña ciudad a lo largo de la Via Francigena que unió Roma con Europa en la Edad Media. La favorable posición geográfica de la ciudad en el mismo centro del valle del Arno en la intersección de las carreteras que conducen a Florencia, Pisa, Lucca y Siena siempre ha atraído a los que están en el poder. Al emperador Federico II de Suabia y al papa Gregorio V y Eugenio IV les encantaba visitar este lugar. Aquí, en 1533, el gran Miguel Ángel conoció al Papa Clemente VII, quien encargó al artista que trabajara en la Capilla Sixtina.
Según los arqueólogos, en la antigüedad, el territorio del actual San Miniato fue habitado por los etruscos, y más tarde por los romanos, como lo demuestran las ruinas descubiertas de una necrópolis del siglo III a. C. en la ciudad de Fontevivo y las ruinas de una villa romana en Antonini. Los artefactos de estas ruinas se exhiben hoy en el Museo de la Ciudad.
San Miniato comenzó a jugar un papel importante durante el reinado del emperador Federico II de Barbarroja, cuando esta ciudad era la sede de los delegados imperiales en Toscana. En la Edad Media, incluso se lo llamó San Miniato al Tedesco, el San Miniato alemán. Más tarde, fue aquí donde se ubicó la diócesis. Durante este período también se llevaron a cabo la construcción del Seminario, que destaca por su fachada con frescos, y la restauración del Palacio Episcopal, ubicado en la Plaza de la Catedral.
Siglos de historia han dejado en San Miniato numerosos tesoros artísticos y arquitectónicos que los turistas admiran hoy. Elevado sobre la ciudad se encuentra el encantador Prato del Duomo, flanqueado por algunos de los edificios más antiguos y famosos de San Miniato, como el Palazzo Comunale, el Palacio Episcopal, el Palazzo dei Vicari del siglo XIV y la Catedral.
En el centro histórico de la ciudad, se encuentra un interesante complejo del Museo, compuesto por ocho recintos feriales, que se pueden visitar con una sola entrada. Rocca Federiciana también merece una visita, una torre construida en 1217-1223 y que lleva el nombre del emperador Federico II. Se encuentra en lo alto de una colina y forma parte de la antigua fortaleza de San Miniato. Desde allí, se abre una hermosa vista de la ciudad, el valle de Arno, las colinas de Volterra y, en días claros, la costa del mar Tirreno.
Otras atracciones de la ciudad incluyen el Oratorio de Loretino, el Museo de Arte Religioso del Obispo y el Museo Arqueológico.