Descripción de la atracción
La Capilla de Alto Vista es una pequeña iglesia católica también conocida como la Iglesia de los Peregrinos. Se encuentra en una colina, a 8 km al noreste de la ciudad de Nord. La iglesia está pintada desde el exterior en un color amarillo muy brillante y es visible desde lejos.
La Capilla Alto Vista fue construida en 1952 en el sitio de una iglesia católica fundada en 1750 por el misionero Domingo Antonio Silvestre de Santa Ana de Coro, Venezuela. El área donde se encuentra la capilla se considera que es el lugar donde comenzó la conversión de los indios de Aruba al cristianismo, y el pueblo fue fundado aquí por los misioneros. Junto a la capilla se encuentra el Parque Nacional Arikok y el Faro de California.
El trabajo de construcción de la iglesia y la conversión de los indígenas locales a la fe católica fueron las principales ocupaciones del Padre Silvestre, que realizó por su cuenta. La antigua iglesia fue construida en piedra y cubierta con techo de paja. Estaba dedicada a la Virgen María del Rosario. Aquí se instaló una pequeña cruz, traída desde Venezuela por uno de los sacerdotes. Tras la muerte de Silvestre, sirvió en el templo Miguel Enrique Albares, luego Domingo Bernardino Silvestre, hijo del primer sacerdote.
A finales del siglo XVIII y principios del XIX, durante una epidemia de peste, muchos residentes murieron, mientras que el resto abandonó el asentamiento y se fue a Nord. La iglesia estaba desierta y completamente destruida en 1816. Sorprendentemente, ha sobrevivido una cruz de madera. Actualmente se encuentra en la Iglesia de Santa Ana en Nord.
El proyecto de la nueva capilla fue desarrollado en 1952 por el ingeniero holandés Hille. En el interior hay varias cruces, una de las cuales es notable: se trata de una antigua cruz española, es una de las obras de arte europeas más antiguas del Caribe.
El edificio no tiene vidrieras, pero el altar con la estatua de la Virgen María y la atmósfera muy tranquila son propicias para la oración. El borde de la antigua capilla está marcado con piedras, y también se han conservado varios sepulcros, entre ellos los enterramientos de Domingo Antonio Silvestre y Miguel Enrique Albares.
