Descripción de la atracción
Vermillo es una ciudad ubicada al final del Val di Sole italiano en las laderas del Monte Boai. La principal fuente de ingresos para los residentes locales es la silvicultura y la ganadería, la artesanía y la producción de vasijas de barro también son muy comunes. El turismo de verano e invierno también juega un papel en la economía de la ciudad, ya que Vermillo forma parte de la estación de esquí Passo Tonale. Y en los últimos años, Vermillo se ha convertido en la capital italiana del esquí de fondo: alberga muchas competiciones nacionales e internacionales de este deporte.
Vermillo consta de tres distritos: Pizzano, Cortina y Fraviano, y su nombre proviene del antiguo topónimo Armello. La ubicación geográfica de la ciudad influyó en el desarrollo de su historia. Aquí pasaron los ejércitos, se movieron mercancías y se ubicó un puesto de observación, que monitoreaba la carretera en Tonale. Aquí se recaudaron impuestos de toda la región; la casa construida para esto en el siglo XVI todavía se mantiene en pie. Desde la época de Napoleón hasta mediados del siglo XX, se libraron sangrientas batallas en Vermillo y sus alrededores. Durante la Primera Guerra Mundial, la ciudad fue bombardeada, asaltada y casi completamente incendiada, por lo que en 1918 tuvo que ser reconstruida. Y después de la Segunda Guerra Mundial, comenzó un boom en el turismo de esquí y Vermillo experimentó un apogeo.
Una de las principales atracciones locales es Fort Strino, que se encuentra en la carretera entre Vermillo y Passo Tonale. Fue una de las fortificaciones más importantes construidas durante el período de los Habsburgo entre 1860 y 1912 para controlar la transición. En 1906, el fuerte fue reforzado y ampliado, en la década de 1990, se llevaron a cabo trabajos de restauración aquí. Hoy, Fort Strino se ha convertido en un complejo de exposiciones dedicado a la Primera Guerra Mundial, donde se pueden ver fotografías, documentos y diversos artefactos de ese período.
Además, Vermillo tiene una serie de monumentos arquitectónicos y culturales, incluidas iglesias con frescos y crucifijos antiguos. La iglesia parroquial de San Stefano in Fraviano se mencionó por primera vez en 1215. Fue reconstruida varias veces y hoy tiene una nave central, dos capillas laterales y cinco altares, que datan de 1638. En el siglo XIX, la fachada de la iglesia fue reconstruida en estilo neoclásico. Un maravilloso nicho tallado en oro del siglo XVII adorna el altar principal. También es digno de mención el altar de mármol creado por el escultor veronés Marchesini en 1666. La Iglesia de San Pietro in Cortina llama la atención con los frescos de Basquinis, mientras que los muros del ábside de la iglesia de Pizzano fueron pintados por Mattielli en el siglo XX. Finalmente, la Iglesia de Santa Caterina es un magnífico ejemplo de arquitectura religiosa alpina, decorada con frescos del siglo XVI y un hermoso retablo de Francesco Marchetti.